Agentes del olvido: el día de los portentos y los prodigios
Sábado, 26 de abril de 2025.
11:33.
Hace unos minutos he salido de la librería Códex cargado con tres novedades editoriales que no esperaba encontrar, dos de ellas sobre espiritualidad.
Ayer por la mañana también estuve y no las vi, lo cual significa que entrarían como novedades esa misma tarde (o al finalizar la mañana).
Un par de canciones en Spotify que ha puesto mi mujer espontáneamente han sido la clave y llave de acceso al cuerpo emocional y las últimas escenificaciones de las vivencias residuales desintegradas.
El odio.
El rencor.
La profundidad arraigada de los sentimientos encontrados.
La sensibilidad a flor de piel.
La desestabilización disfuncional.
La marabunta invasiva de sentimientos aturullados que requieren un tratamiento desglosado, pausado, tranquilo.
Y ese maravilloso ser humano a mi lado que siempre tiene...
La palabra sanadora.
La palabra reconciliadora.
La actitud resolutiva.
La disolución de lo conflictivo.
La mirada inocente que ve la verdad del ser.
El discernimiento sincero.
La valoración justa.
La opinión ajustada.
La espera pausada...
Antes que la precipitación inmoderada.
Y la reconexión con el sentir en silencio...
Antes que sucumbir al pensar apalabrado.
Explorando el sinsentido del perdón como parte de las culturas occidentales derivadas de las religiones abrahámicas del libro.
El perdón como falsedad e hipocresía insincera.
El encuentro con el olvido.
El olvido como psicoestrategia de abordaje alternativa al perdón insincero.
Y entonces, Códex.
Y entonces, Iain Sinclair.
Y entonces, Agentes del olvido.
Y entonces, Javier Calvo.
Y entonces, La Felguera.
Y entonces, Memoria del Subsuelo.
Y entonces, literatura.
Y entonces, psicogeografía.
Y entonces... entonces...
El Día de los Portentos y los Prodigios.


















